Fallece a los 91 años Sabino Fernández Campo
Fue una de las grandes figuras en su contribución al fracaso del golpe del 23-F
Sabino Fernández Campo, ex jefe de la Casa del Rey, ha fallecido sobre las 00.15 horas de esta noche a los 91 años por una neumonía.
Fernández Campo permanecía desde el pasado día 12 de octubre en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Ruber Internacional de Madrid, donde fue intervenido quirúrgicamente como consecuencia de una infección intestinal.
"Anoche falleció nuestro padre, después de luchar contra una enfermedad infecciosa que se le produjo después de una intervención quirúrgica de la que afortunadamente se estaba recuperando bien", informó su hijo Luis Fernández Fernández-Vega. "Tuvo la mala fortuna de infectarse con una neumonía que es la que, al fin y al cabo, le ha producido el fatal desenlace", añadió.
Fuentes de la familia han informado del fallecimiento de Fernández Campo, que se recuperaba satisfactoriamente de la operación cuando, el pasado jueves, su estado empezó a empeorar, al complicarse el problema intestinal con una insuficiencia respiratoria originada en el pulmón donde hace unos meses había sufrido una hemorragia en la pleura.
El estado de salud de Fernández Campo empeoró gravemente durante la tarde del domingo y fuentes de su familia concretaban que no tenía fuerza y que estaba prácticamente en el final.
Sabino Fernández Campo, Conde de Latores, título con Grandeza de España que le otorgó Juan Carlos I en abril de 1992, fue secretario general de la Casa del Rey entre 1977 y 1990, año en que ascendió a la jefatura de esta institución, en la que permaneció hasta el 8 de enero de 1993, momento en que el monarca le nombró consejero privado vitalicio.
Trabajó casi dos décadas al servicio de la corona en el Palacio de la Zarzuela, donde destacó por su contribución al fracaso del golpe del 23-F, interviniendo como coordinador entre el monarca y el Congreso de los Diputados.
A Fernández Campo le quedaba la satisfacción de que el fracaso del 23-F había robustecido la Monarquía por la defensa de la democracia que protagonizó el rey aquella noche, según sus propias palabras, si bien hace poco lamentaba que, a sus 91 años, no le iba a dar tiempo a saber toda la verdad sobre la intentona golpista.
La muerte del teniente general Fernández Campo es uno de esos sucesos que hacen recapacitar al ciudadano medianamente inteligente (yo, por ejemplo) Es ya famosa la respuesta que (dicen) dio al general Juste, jefe de la División Acorazada "Brunete", cuando éste llamó al Palacio de la Zarzuela y preguntó si el general Armada estaba allí: "Ni está, ni se le espera" También ponen en sus labios una afirmación rotunda que hizo ante algún periodista: "Lo importante no se puede contar, y lo que se puede contar no tiene importancia." Desde mi puesto, en la parte más baja de la pirámide social, creo que él sí fue importante, y pienso en la enorme cantidad de secretos que se ha llevado a la tumba. Secretos que, todo hay que decirlo, particularmente me importan un bledo, pero que sin duda constituyen una parte fundamental del entramado político-militar de la transición española, y que han contribuido a configurar lo que hoy en día es España, con todos sus éxitos y fracasos. Siempre he dicho que la gran diferencia entre dictadura y democracia está en que, en la primera, puedes expresar tu opinión cuando quieras y te fusilan, y en la segunda tienes la posibilidad real de gritar tus pensamientos al mundo entero, que nadie te hace ni puto caso (salvo que te encuentres habitando los primeros pisos de la pirámide) Desde este punto de vista, comprendo que, tal como está establecido el Sistema, las necesidades y deseos de los de la cúspide no se correspondan con los que tienen (tenemos) los de abajo. Es más, puedo entender hasta que, por vivir en un universo distante años-luz del nuestro, no tengan ni remordimientos de conciencia por quedarse con lo que es de todos, y que mientras desde abajo gritamos "¡sinvergüenzas!" ellos apenas escuchen el rumor, y repliquen con un displicente "¿pero qué quiere la chusma?" Las cosas son así desde poco después de que el Hombre se alzara sobre dos piernas, sin duda, y no creo que vayan a cambiar en los próximos años, salvo que aparezca un nuevo mesías al mando de un ejército profesional armado hasta los dientes. Y aún entonces, ¡cuidado!, porque no hay más que echar una ojeada por las revoluciones que han triunfado en el mundo, para darse cuenta de que cambian los dirigentes pero no la situación del pueblo. Por eso, cuando en la parte superior de la pirámide surge alguien como Sabino Fernández Campo (o Gutiérrez Mellado, sin ir más lejos), los de abajo, sin saber a ciencia cierta el por qué, por pura intuición, respiramos un poquito más tranquilos. Y eso, aunque no sea mucho, es de agradecer. Excepcionalmente, y sin que sirva de precedente: ¡A la orden de vuecencia, mi general...!
Es estimulante, aunque se haya ido, que todavía en estos tiempos, exista gente de esa valía, pues vaya a saber porque jodido morbo periodistico, siempre trascienden los malos de la peli, como el caso de Tejero, me refiero para el mundo en general y poco se informa de la actitud honorable de este señor. Bueno, tampoco hace falta ser muy sabio, para saber que vende más lo malo que lo bueno, en la tapa de un diario o en la pantalla de un noticiero.
ResponderEliminarMe ha parecido muy interesante tu reflexión acerca de la pirámide y las distintas alternativas de protesta, en dictadura o democracia, esta última debo reconocer que me causó gracia.
Esperemos que quien lo suceda, haga honor a su antecesor.
Un fuerte abrazo , Joe
Bueno, de hecho recuerdo que hace ya muchos años, en Estados Unidos, comenzó a publicarse un periódico que sólo daba buenas noticias. Creo que duró 15 días. Un abrazote.
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