Polémica: La Justicia desoye a los padres del niño obeso y valida que lo tutele la Xunta
Los progenitores del menor están «destrozados» y aún no han decidido si entregarán a su hijo
El Juzgado de Familia de Ourense ha dado la razón a la Xunta en el caso del niño obeso de cuya tutela se ha hecho cargo la Administración. A última hora de la mañana de ayer se conocía la resolución del juzgado, que supone una primera derrota para los padres del chico, que se niegan a entregar al menor y que habían solicitado poder permanecer con él hasta que la resolución sobre la custodia, contra la que han presentado un recurso, fuese firme.
Aunque el letrado de los padres del niño, que tiene nueve años y pesa 70 kilos, adelantaba en la tarde de ayer que van a recurrir ese fallo, la resolución concede a corto plazo un balón de oxígeno a la Administración autonómica, que el pasado 23 de septiembre ordenó el ingreso del menor en un centro alegando su situación de «desamparo» y los graves riesgos que corre su salud por el sobrepeso.
Corren tiempos extraños. Bajo las etiquetas fraudulentas de "democracia", "libertad", "salud" y "Estado del bienestar", me temo que la Justicia y las "Autoridades Sanitarias" están invadiendo por la brava un territorio que no les corresponde, como es el del libre albedrío. Ante mí descansa, a la espera, mi paquete de tabaco. Nunca obligaré a fumar a persona alguna. Apagaré mi cigarrillo cuando, sin otra opción, alguien me diga que el humo le está molestando. Pero, ¿quiénes son las "Autoridades Sanitarias" que desde mi cajetilla me indican que "Fumar puede matar"? ¿Quién las ha elegido democráticamente, y qué autoridad real tienen para controlar, decidir y mandar sobre nosotros? Si quiero fumar, o beber, o meterme cien kilos de heroína en vena, o someterme a una sesión de sadomasoquismo, en pleno ejercicio de mi derecho a vivir mi propia vida como me salga de la faltriquera, nadie puede impedírmelo en justicia. Por supuesto, yo asumiré las consecuencias, y la Sanidad Pública correrá con los gastos de mi rehabilitación (si la hubiere), porque todos pagamos mensual y religiosamente para tal fin. Y si alguien me dice que no tengo derecho a ello, por poner en peligro mi vida voluntariamente, le responderé que en igual situación están, por ejemplo, los suicidas que sobreviven, los locos del volante, los motoristas que se estampan contra los "quitamiedos" porque se creen Valentino Rossi, los que han contraído el SIDA y el público en general, que está en peligro de muerte desde que nace. Bien, pues ciñéndonos al tema de la obesidad, y al caso concreto del niño gallego, que deberá ser internado en un centro de protección de menores por decisión de la Xunta, la primera pregunta que me viene a la mente es ¿cómo se pretende proteger a un niño apartándole, alejándole, del cariño de sus padres? ¿Que el niño está gordo? Santo y bueno. Pero aunque físicamente le conviertan en un galán de cine, psicológicamente le están destrozando, y eso sí que tiene mala solución. Si la Justicia pretende acabar con la obesidad por estos medios, en vez de utilizar la educación (que sería lo correcto), me temo que muy pronto empezarán a llevarse a nuestros padres, hermanos, sobrinos y nietos, y los internarán en saludables guetos, de los que volverán (si vuelven) transformados en figurines, pero mentalmente desequilibrados a perpetuidad. ¡Ah!, y en cuanto a los fumadores, no ha de tardar la ley que ofrezca recompensa por su captura, vivos o muertos, como la ofrecía hace algunas décadas por los zorros, los lobos o las aves de rapiña. ¡Al tiempo...!
Los progenitores del menor están «destrozados» y aún no han decidido si entregarán a su hijo
El Juzgado de Familia de Ourense ha dado la razón a la Xunta en el caso del niño obeso de cuya tutela se ha hecho cargo la Administración. A última hora de la mañana de ayer se conocía la resolución del juzgado, que supone una primera derrota para los padres del chico, que se niegan a entregar al menor y que habían solicitado poder permanecer con él hasta que la resolución sobre la custodia, contra la que han presentado un recurso, fuese firme.
Aunque el letrado de los padres del niño, que tiene nueve años y pesa 70 kilos, adelantaba en la tarde de ayer que van a recurrir ese fallo, la resolución concede a corto plazo un balón de oxígeno a la Administración autonómica, que el pasado 23 de septiembre ordenó el ingreso del menor en un centro alegando su situación de «desamparo» y los graves riesgos que corre su salud por el sobrepeso.
Corren tiempos extraños. Bajo las etiquetas fraudulentas de "democracia", "libertad", "salud" y "Estado del bienestar", me temo que la Justicia y las "Autoridades Sanitarias" están invadiendo por la brava un territorio que no les corresponde, como es el del libre albedrío. Ante mí descansa, a la espera, mi paquete de tabaco. Nunca obligaré a fumar a persona alguna. Apagaré mi cigarrillo cuando, sin otra opción, alguien me diga que el humo le está molestando. Pero, ¿quiénes son las "Autoridades Sanitarias" que desde mi cajetilla me indican que "Fumar puede matar"? ¿Quién las ha elegido democráticamente, y qué autoridad real tienen para controlar, decidir y mandar sobre nosotros? Si quiero fumar, o beber, o meterme cien kilos de heroína en vena, o someterme a una sesión de sadomasoquismo, en pleno ejercicio de mi derecho a vivir mi propia vida como me salga de la faltriquera, nadie puede impedírmelo en justicia. Por supuesto, yo asumiré las consecuencias, y la Sanidad Pública correrá con los gastos de mi rehabilitación (si la hubiere), porque todos pagamos mensual y religiosamente para tal fin. Y si alguien me dice que no tengo derecho a ello, por poner en peligro mi vida voluntariamente, le responderé que en igual situación están, por ejemplo, los suicidas que sobreviven, los locos del volante, los motoristas que se estampan contra los "quitamiedos" porque se creen Valentino Rossi, los que han contraído el SIDA y el público en general, que está en peligro de muerte desde que nace. Bien, pues ciñéndonos al tema de la obesidad, y al caso concreto del niño gallego, que deberá ser internado en un centro de protección de menores por decisión de la Xunta, la primera pregunta que me viene a la mente es ¿cómo se pretende proteger a un niño apartándole, alejándole, del cariño de sus padres? ¿Que el niño está gordo? Santo y bueno. Pero aunque físicamente le conviertan en un galán de cine, psicológicamente le están destrozando, y eso sí que tiene mala solución. Si la Justicia pretende acabar con la obesidad por estos medios, en vez de utilizar la educación (que sería lo correcto), me temo que muy pronto empezarán a llevarse a nuestros padres, hermanos, sobrinos y nietos, y los internarán en saludables guetos, de los que volverán (si vuelven) transformados en figurines, pero mentalmente desequilibrados a perpetuidad. ¡Ah!, y en cuanto a los fumadores, no ha de tardar la ley que ofrezca recompensa por su captura, vivos o muertos, como la ofrecía hace algunas décadas por los zorros, los lobos o las aves de rapiña. ¡Al tiempo...!
Querido José Luis, estoy de acuerdo contigo en todo y eso que me encuentro en la acera de enfrente en cuanto la posición de consejera discreta en todo lo que se refiere a males que se pueden evitar o prevenir, quizás por madre quizás por sobreprotectora, quizás...pero jamás me pondría a exigir nada de aquello que atente contra el libre albedrío del individuo y ni siquiera entonces cuando pienso que el individuo como ente social debe respetar ciertas normas sociales y todas aquellas que se relacionan con el afecto personal de los demás, es decir, aquellos que con su actitud hacen que otros sufran, por ej., tengo un hijo fumador y me haría feliz si abandonara esa dependencia. Pero volviendo al caso que traes a tu blog, el del niño gallego, me parece una de las faltas de respeto más grande que se cometen contra una parte de la humanidad, he estado siguiendo atentamente esa noticia, le he visto los rostros a los padres, los comentarios del padre y el silencio de la madre. No he oido en ningún momento, por lo menos para informar al televidente, sobre algún estudio médico que elimine alguna causa patológica, pues todo parece indicar una conducta errada en el "hábitat" del menor que haya inducido su obesidad, dando por descontado una obesidad de tipo familiar pues si bien el padre es supraponderal, la madre es delgada.
ResponderEliminarMe llena de inquietud tu planteamiento, pues si no se detiene esta ingerencia familiar, ahorita los señores de batas blancas, tomarán el lugar de los de la inquisición, en vez de ejercer su capacidad y poder de educar al pueblo sanitariamente; en vez de dar la voz de alarma en el senado y parlamento y eleven su preocupación a los ministerios de educación para que incluyan como obligatoria una asignatura que incluya nociones sobre nutrición, disciplina alimentaria, hábitos saludables, eliminación del exceso de estrés, respeto sobre y para el físico de los diferentes individuos, sembrar el amor propio, y no en último caso, convencer a la industria o a quienes pertenecen la potestad de eliminar la producción y venta de comida basura, etc.
Sálveme Dios, y no vea yo un nuevo apartheid del físico" donde se vallen gordos, anoréxicos, feos y otros "defectos" junto a los fumadores, alcohólicos u otros drogodependientes, vagos, en fin toda categoría humana que nos desagrade.
Nota: me gustaría conocer la lista de obesos de los que tienen el bolsillo más que gordo a ver si don dinero o el poder permite la ingerencia. No sé por qué he recordado a ciertas personas tan ricas como tan gordas que vivieron y viven con total libertad y tranquilidad con su físico respecto a los demás.
Un beso y gracias por divulgar la otra cara de la moneda.
María del Carmen.
Veo con satisfacción que has captado el sentido de mi planteamiento. La cuestión es que, como esto siga así, las "autoridades" nos van a imponer hasta cuándo tenemos que ir a orinar. Un abrazo.
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